Ikea Kala cubertería

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Ikea Kala cubertería


Ya sabéis que hace poco han inaugurado un Ikea en Zaragoza y que estamos todos poseídos por el espíritu de los suecos. No hay quien no se haya ido a darse un garbeo por ahí para comprar algunas cositas o simplemente de paseo. Que "semos asín", un poco pueblerinos (o provincianos) para estas cosas y a mucha honra.


 

Poseída por la fiebre de las compras, y vistos los precios, no puedes irte de ahí sin haberte llevado algo. Lo que sea. Algo. El caso es que en una de estas me llevé este set Kala de cubiertos para mi hija. Cuando lo compré no me servían todavía, pero ahora ya sí ¡y bendita fiebre consumista! Estoy encantadísima con mis cubiertos. Bueno, los de la nena siendo más precisos.


 

Cuando los niños comienzan a comer con cuchara, es decir, por norma general allá a los 6 meses o un poco antes según sea el pediatra de turno, lo primero que tienes que hacerte es con una cubertería adecuada para ellos. Las que tenemos para nosotros son de acero inoxidable y pueden hacerles un poco de daño sobre todo si deciden pegarle un bocado. Esto como norma general; si me ha pillado la hora de la merienda de parranda y no tenía más que una cucharilla tradicional a mano, pues con eso se lo daba y tal día hará un año. Quiero decir, que es mejor utilizar cubiertos adecuados, pero que tampoco se acaba el mundo si un día no se puede. Mejor eso que no matar a los chiquitines de jai payo, que es como yo llamo al hambre. Argot walewskiano.


 

Los primeros cubiertos es mejor que sean de plástico combinando zonas más duras con otras más blanditas. Son los que menos daño les hacen cuando tratan de morderlos, que lo intentarán. También sus dimensiones tienen que ser menores porque sus boquitas todavía son chiquitinas y una cuchara muy grande todavía no les entra. De entre los existentes yo me quedaría con unas cucharas muy básicas que compré en el Mothercare y que me hicieron muy buen papel durante mucho tiempo.


 

¿Problema? La niña ha crecido de manera exponencial y de la misma manera lo han hecho sus dimensiones y su hambre. Ahora no come, devora, y lo mismo le da la comida en puré que lo que puede pillar de los platos de sus padres. Estamos empezando a comer con ella y está feliz de la vida porque ve que hay mucha más comida y más apetecible a su disposición. Nosotros encantados, por cierto… si tiene ganas de churrimangarle un cacho de queso o de pera a su padre no discutimos; se lo damos y sanseacabó. La otra, más feliz que el guerra y nosotros también porque tenemos en nuestra casa el sueño de todo padre. Un bebé que come como una lima, sin forzarla y que no tiene ningún tipo de problemas en probar alimentos.


 

Las cucharas del principio se le han quedado pequeñas. Su capacidad era bastante limitada y apenas tenían profundidad. Así que para darle un potito a estas alturas nos eternizábamos. Y ella cuando no llevamos el ritmo que requiere se pone de muy mala leche. Con la comida no se juega, parece decirnos. Que el papeo es sagrado. Hoy nos han dicho que en la guardería (la recogemos a la hora de comer) trata de "levantarles" a otros niños los macarrones… con eso os digo todo.


 

Y entonces me acordé de la cubertería de plástico que le compré en el Ikea en un arrebato consumista. Pues oye, menudo invento. El set consiste en 6 juegos de colores vivos (casi fluorescentes diría yo, discretos, lo que se dice discretos no son) de cuchara, cuchillo y tenedor. Son de plástico, pero bastante más duro que el de las cucharas antiguas. Y también son mucho más grandes. Los "culos" de los cubiertos tienen unas formas muy divertidas que varían si son cuchara, cuchillo o tenedor. A mí me recuerdan a extraterrestres, no me preguntéis por qué. Esto es útil para los que, como yo, son un desastre y meten los cubiertos en el lavavajillas como caen. Así puedo distinguirlos rápidamente.


 

La forma es bastante ergonómica para el que tiene que darles de comer. Tenía unas que tenían el mango tan corto que te las veías y deseabas para sujetarlas. Mi madre, que tiene un poco de artrosis, no las quería ni ver en pintura. Para mí éstas tienen el tamaño perfecto ya que no son excesivamente pequeñas pero se manejen bien.


 

La comida la solemos dar a medias yo y mi hija. Un rato le doy yo, y otro la coge ella. He notado que las agarra muy bien y con facilidad y cada día le resulta más sencillo acertar a meter la comida a la boca. Eso no quita para que de repente decida agarrar la comida con la mano directamente y dejarse de cubiertos, poniéndose como un ecce homo. Tampoco me importa porque considero que forma parte del aprendizaje natural y que no hay que frenar esas ganas de experimentar con la comida. Me cago en todo porque pienso en cómo está dejando el pijama pese al babero, pero ese es un problema mío.


 

Con estos cubiertos es con los que está empezando a comer solita. Los tenedores están fenomenal porque pinchan muy bien. Los cuchillos todavía están por estrenar porque lo corto yo, pero todo se andará. Las púas son finitas y agarran bien la comida, pero no son afiladas, así que hay poco riesgo de daños. El plástico, como decía, es duro, pero nunca llega a serlo tanto como el acero inoxidable. Tiene la ventaja de que se lava fenomenal y apenas está rallado, pese a que también son un juguete en determinadas ocasiones. Y los leñazos contra el suelo son abundantes. Es muy divertido jugar a tirar las cosas y que los papás se agachen a recogerlas. ¡Ya os digo!


 

¿Y lo mejor de todo? El precio. 1,50 los 18 cubiertos. A 8 céntimos la pieza. Más baratos imposible. A mí me gusta tener muchos porque suelo poner el lavavajillas y así no tengo que estar lavándolos continuamente y reservándolos. Así van con el resto de las cosas y ya está.


 

Dan un resultado técnico (no se rallan, no se rompen) estupendo; son bonitos y llamativos; son cómodos tanto para el niño como para el adulto; y son baratos. Poco más se le puede pedir a un invento como éste. Eso sí, yo los recomendaría para niños mayores del año o para niños grandotes un poco antes. Si son mucho más pequeños no son los más adecuados.



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