Aquadoodle, kit de viaje, de Bizak

Os he hablado del tapiz de Aquadoodle. Estábamos tan contentos con él que quise hacerme con otro para casa de mis padres… y de repente me encontré con esta otra opción, que fue la que al final me llevé porque me pareció una buenísima idea para el coche. Lo compré porque estamos muy satisfechos con el aquadoodle tradicional y también, porqué no decirlo, porque su precio es MUY competitivo. Cuesta únicamente 12,90 euros, un precio muy reducido para la diversión que le proporciona a la niña y la tranquilidad que me da a mí. Lo encontré en Carrefour, pero también en honor a la verdad he de decir que me da que no es tan fácil de dar con él porque no lo había visto en ningún sitio más.
== CONTENIDO DEL KIT ==

Como es habitual en los productos de la gama aquadoodle, el producto viene en una caja monda y lironda sin instrucciones. Todo lo que queráis saber, lo encontraréis impreso en ella, no hay ningún papelito aparte en el que explique cómo utilizarlo. Dentro está únicamente la maleta, que tiene un resalte para que quede fijado a ella el rotulador especial que necesitaremos para su uso.
Esta maletita es extraplana. Está hecha de plástico duro y se abre como un libro para mostrarnos lo que contiene en su interior. Sujetas por unas anillas muy gordotas están las hojas del aquadoodle, primera diferencia con el tapiz que era de material plástico. Esto son hojas, de un cartoncillo con una capa impermeable y lavable. Cuenta con cuatro: una tiene las vocales, con un dibujo cada una, otra los animalitos de la selva, la tercera los números del 1 al 0 y la última es una hoja imitando al tapiz, en blanco, con más superficie para pintar.
Estas hojas, salvo la última, ocultan unos dibujos que están muy claritos y apenas se ven. Cuando se pasa el rotulador del que ahora hablaré por encima aparecen en todo su esplendor con todos los colores. Así que tiene la emoción de no saber qué es lo que se oculta en una hoja aparentemente vacía. Bueno, casi. Un adulto sí que ve que hay algo, pero para el niño resulta emocionante hacer que los dibujos aparezcan.
El sistema es parecido aunque no igual al del aquadoodle tradicional. Los dibujos aparecen por arte de birlibirloque es al mojarse, que es el fundamento del aquadoodle. El agua como tinta. No he sido capaz de averiguar exactamente cómo lo hacen para que aparezcan y desaparezcan; así como en el tapiz se ve que es porque al mojarse se trasparenta la capa plástica de abajo, aquí no queda nada claro y la caja no da ninguna pista del sistema.
En este caso, es importante que el resto de la hoja sea igualmente impermeable porque la precisión de los niños es bastante relativa y se salen mucho. De no ser así, acabaría empapada a la primera de cambio y no, aguanta muy bien los envites de los niños. Este juguete, sin embargo, está indicado para niños más mayores que el aquadoodle de tapiz. Si bien ese se puede utilizar apenas son capaces de sostener el rotulador en la mano, éste requiere de mucha más precisión. En la caja pone que está indicado para niños a partir de tres años, pero mi hija no llega a los dos y ya juega con él. Le resulta más difícil y sin duda con el tiempo le sacará más partido, pero ya puede usarlo. En su caso, hacemos más uso de la hoja en blanco, que es lo que más se parece a su tapiz ya que no requiere tanto control del trazo.
Como en el aquadoodle normal, los dibujos aparecen y desaparecen. Al contacto con el agua se muestran y a los pocos minutos desaparecen por sí solos, de manera que podemos jugar ilimitadamente.
== EL ROTULADOR ==
El rotulador es igual que el del tapiz. Así, a ojo, yo juraría que es un pelín más delgado que el otro, pero tampoco me he puesto a compararlos porque el de viaje lo llevo en el coche y no lo he subido a casa. Se abre, se rellena de agua y ésta empapa la punta de fieltro del rotulador. Lo mismo, deberéis dejarlo unos segundos boca abajo para que se empape bien pero nada más. Es algo que se hace muy rápido.
También recomiendan vaciarlo a cada uso, pero sinceramente paso. En casa es algo que se puede hacer con facilidad, pero no me apetece estar subiendo y bajando una botella de agua y ponerme a hacer juegos malabares para atinar. Se queda cargado y sólo cuando se vacía o se evapora lo relleno. Lo que hago es guardarlo en posición vertical para que el agua no toque la punta, y tira millas. ¡Es que si no, menuda gaita!
También viene sin tapa. Lo que más me gusta es que tiene su espacio en la maleta para que quede anclado y no se pierda. Se ajusta con un click, haciendo bastante fuerza por cierto, y así nos evitamos perderlo.
En el caso del aquadoodle normal se pueden utilizar muchas más cosas para pintar aparte del rotulador. En cambio, en el kit de viaje cambia un poco la cosa. Al ser papel y no tela, es mucho más difícil pintar con el dedo porque no corre tanto. Además, el papel es mucho más susceptible de ensuciarse y lo digo por experiencia. Puse la huella en él y luego no quedó tan limpio pese a que me había lavado las manos hacía nada. Quedan muchos más restos, así que yo aquí tanto por esto como porque es mucho más difícil dosificar la cantidad de agua y el papel es más delicado, recomiendo utilizar únicamente el rotulador.
== PINTANDO CON EL KIT DE VIAJE ==

A día de hoy sólo lo hemos utilizado en el coche, en trayectos cortos. Mi hija va a la guardería al lado de casa de mi madre, que está a unos 5-10 minutos en coche de casa y aunque es una niña muy buena que da muy poco mal en estos viajes, me da un poco de coraje dejarla en su silla atrás sin entretenimiento. A veces le dejo un libro, otras veces se limita a mirar por la ventana, y ahora que tenemos esto hemos ampliado las cosas que puede hacer. De momento no lo hemos utilizado para viajes largos porque no se ha dado el caso, pero cuando viajamos mi marido suele ir detrás con ella para entretenerla (y yo conduciendo sola delante, como los taxistas) y seguro que nos viene bien porque se le hacen un poco pesados a pesar de las paradas.
Pintar cosas de precisión en un coche en marcha es prácticamente imposible. Pero esto no lo requiere, así que es perfectamente viable utilizarlo así. La maletita se la abro y se la pongo sobre las rodillas. Tiene la ventaja de que es muy liviana y que tiene el tamaño justo para que le quepa en la silla de seguridad que lleva. Como el trayecto es muy corto, sólo le da tiempo a rayujear una de las hojas, la que sea. Vamos variando.
De momento nos hemos centrado en la hoja de dibujo libre. La niña intenta pintar en las otras y descubrir las figuras, pero todavía no tiene la precisión necesaria y se sale mucho (cosa lógica). De todas maneras, de vez en cuando sí que le gusta jugar “a pintar el elefante”. Aunque sus animales favoritos son los pulpos y los delfines, el elefante está tercero en el ranking. No se puede tener todo. Afortunadamente en la hoja de las vocales para ilustrar la O está la orca, que para mi hija es un delfín. Imaginación que tiene. Pero tal y como está situada, le resulta más fácil dar con el elefante, que está justo en el medio, como más a mano.
Este es un juguete más adecuado para los niños un poco más mayores. Con más edad, los críos le pueden sacar más partido porque al introducir las vocales y los números se les pueden enseñar conceptos mientras se juega. Mientras se conduce es bastante más difícil, aunque sí que hablamos, pero claro, no es lo mismo que tenerla al lado. Y yo cuando conduzco, conduzco. Cuando hagamos viajes largos y esté su padre al lado podremos hacer cosas más sofisticadas.
También se nota en que es un juego para niños más grandes en el grosor de las hojas. Son bastante finas, aunque al estar plastificadas corren menos riesgo de rotura porque el plástico hace como de tope. No sé si me explico. La nena es muy lectora (todo lo que puede serlo un pegote de 20 meses) y desde siempre le han fascinado los libros, así que tiene bastante maña pasando las páginas. Aún así, supongo que se acabarán arrugando un pelín. No nos ha pasado hasta el momento, pero tampoco hace una barbaridad que lo tenemos.
== RECOMENDACIÓN ==

Los dos aquadoodles bastante diferentes, realmente. El grandote es más creativo, puesto que tienen mucho más espacio para dibujar y este es mucho más utilitario. Tiene un propósito concreto, que es ser usado en circunstancias en las que no es viable sacar el otro y por tanto no puede ser igual.
Me parece una monada de juguete. Es tan finito que tampoco es un estorbo en el coche porque lo podéis llevar incluso en el bolsillo del asiento trasero y no es un pingo que abulta un montón. Se le puede sacar mucho partido y viene bien para que se entretengan en un sitio en el que no tienen muchas cosas que hacer. No he notado que se maree al usarlo, porque claro, juega de una manera tan casual que tampoco fija la vista mucho tiempo. También le hace mucha gracia que aparezcan cosas cuando pinta.
Para los viajes largos seguro que nos viene bien porque aunque el otro se dobla y estas cosas, no nos apetece mucho sacarlo de casa. El plástico de dentro me da la sensación de que hay que tratarlo con un cierto cuidado, el rotulador al ir suelto se puede perder y en un coche lleno de cosas es más que probable que no vuelva íntegro. En cambio, con este kit podemos llevarnos nuestro aquadoodle en un formato que está específicamente preparado para eso.
Simula un libro de dibujo… está bien que tenga formato de cuaderno y es algo que me gusta.
Y lo que me parece genial es el precio. Así como el del aquadoodle familiar me parece un poco desorbitado (44 euros según la web del Corte Inglés), este es baratísimo. Los cuadernos de pintar se acaban usando y tienes que comprar otros. Además, los críos como los llenan tan deprisa son un poco ruinosos. Pero esto sólo cuesta 13 euros que se amortizan en un pis pas.
Así que por supuesto, una vez más, lo vuelvo a recomendar encarecidamente. Más como complemento del otro que para sustituirlo (aunque con niños más mayores es como para pensárselo) pero yo os animo a comprarlo porque realmente por ese dinero no vais a encontrar demasiadas cosas que les den tanto juego.
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